jueves, 8 de diciembre de 2011

Rafael Alberti y Roma (#1)

Escribe Alberti a Roma:

¿Cuándo me vaya de ti, quién se acordará de mi?

Voy de camino al Trastevere. He decidido ir hasta Circo Massimo y hacer el camino bajo el sol. Son apenas las 10 de la mañana y en esta explanada abierta al cielo la luz calienta fuerte. Sobre la arena de lo que fuera el Circo romano perros pasean con amos, piernas corren sobre sus dueños, bicicletas pedalean a señores sudando. Yo avanzo hacia la “Bocca de la Verità”. Renuncio a hacer la cola, aunque hubiera sido la manera más factible de estar cerca de mi querido Japón, de sus gentes al menos. Hay demasiada verdad en mi vida como para arriesgarme a inmortalizarla en una foto donde un señor(que no nos engañemos, originariamente era una tapadera de alcantarillado) me muerde un brazo mientras sonrío a un desconocido que con mi cámara me retrata. No tiene sentido perder - calculo - más de media hora en éso. Alberti me espera, y todo el mundo sabe que a Rafael no le le gusta esperar.



Cruzaré los ríos. Subiré las colinas. Pienso y anoto en mi diario de campo.

Lungotevere. Las enormes ramas de los plataneros se doblan forzando parábolas impropias, amorfas, que buscan, desde lo alto, la humedad del agua. La sed nos empuja a beber, el agua llama a gritos al sediento. Canto de sirenas.



Por fin estoy con Alberti. Quiero que mi primera incursión a esta parte de Roma sea a través de su memoria. La luz de la media mañana es dura y seca. No es buena para fotografiar. Hago lo que puedo. En el primer revuelo de callejones, mi corazón dá un vuelco. No puede ser. Debo estar soñando, febril, o en su defecto la cerveza de hace un momento fermenta en mi cabeza. Debe ser el sol de mediodía. No puede ser él. Sí. No. !Cómo va a ser él! Dicen que Elvis no murió y que millones de personas lo ven todos los años en lugares insospechados. Pero Rafael ... en los libros de texto (y éso es dogma de fe) pone que murió un 28 de octubre de 1999 en su pueblo natal y mortal, en El Puerto de Santa María. Pero es él, y la mujer que le acompaña es Mª Teresa León algo desmejorada. Estoy casi seguro. Esa camisa es inconfundible. Clásico estampado albertiano. Ese cabello blanco que me hace dudar por su arreglo corto y apurado en contra del clásico pelo largo del gaditano. No es, no es. No es porque falta la gorra marinera. No es. No es.



Me dirijo a Via Garibaldi, calle donde vivió después de haber pasado un tiempo en la otra orilla, en la Vía Monserrato, y me voy reponiendo del susto.


Me siento en un banco frente a la casa de Alberti y apunto en el diario el encuentro con Alberti. Escribo:

"Se avecina la tarde por detrás de la colina. Entro de nuevo en el Trastevere. Por delante de un estupefacto yo, se cruza un matrimonio de ancianos. Él lleva una camisa estampada de las que usaba Alberti. ¡Qué susto! ¿y si de pronto Alberti se me aparece de entre los muertos? ¿Qué le diría? Poeta, habléme del amor, que el mío se muere. Y él me invitaría a un trago de vino blanco romano, y hablaría de bellas mujeres del Lacio, como queriendo fabricar un olvido a base de belleza"

Hay un error en el relato de los acontecimientos. En concreto a la hora de elegir y de concordar los tiempos en lo que suceden los acontecimentos. Si el lector, la lectora, ha estado atento, se habrá dado cuenta de que entro en el Trastevere con el calor del mediodía y cuando me encuentro con el falso Alberti, es por la tarde. ¿Es un error, un misterio,  o hay un Trastevere de las Bermudas ? Abrimos la incógnita.

Desde hace días, llevo  elaborando un plan fotográfico para el Trastevere. Una guía de cosas del barrio y su ambiente que menciona Alberti en sus memorias y que quisiera fotografiar con la intención de comparar a través de contrastar palabra y fotografía cuáles son los cambios en el barrio que vio el poeta y éste que contemplo yo ahora.  Leo, antes de seguir,  el poema “nocturno” de Rafael Alberti, de su libro “Roma, peligro para caminantes”.


Está vacía Roma, de pronto. Está sin nadie.
Sólo piedras y grietas. Soledad y silencio.
Hoy la terrible madre de todos los ruidos
yace ante mí callada igual que un camposanto.
Como un borracho, a tumbos, ando no sé por dónde.
Me he quedado sin sombra, porque todo está a oscuras.
La busco y no la encuentro. Es la primera noche
de mi vida en que ha huido la sombra de mi lado.
No adivino las puertas, no adivino los muros.
Todo es como una inmensa catacumba cerrada.
Ha muerto el agua, han muerto las voces y los pasos.
No sé quién soy e ignoro hacia dónde camino.
La sangre se me agolpa en mitad de la lengua.
Roma me sabe a sangre y a borbotón la escupo.
Cruje, salta, se rompe, se derrumba, se cae.
Sólo un hoyo vacío me avisa en las tinieblas
lo que me está esperando.



La casa donde supuestamente vivió Alberti no tiene ninguna placa conmemorativa, ninguna referencia a su estancia en el barrio. 

Voy encontrando enredaderas que menciona y otras cosas que llevo al ojo y disparo.
Subo por el barrio hasta casi llegar a lo alto de la colina. Hay sobre Roma un calor insoportable que resta fuerzas y motivación para seguir. Un monumento a los caídos en los levantamientos para defender Roma que llevarían a la formación de la República. Tomo nota en inglés de referencias a la historia:


En 1849 en el nombre de la libertad y la democracia el pueblo se levantó contra el Papa, quien fletó un barco para huir a Gaeta, al sur de Roma. Mazzini, Saffi y Armellini (3 héroes 3 colores de la bandera italiana) formaron un gobierno provisional y una República. Los poderes conservadores europeos defendieron al Papa enviando tropas. Garibaldi lidera entonces a los voluntarios para defender la República. Roma es rodeada y sitiada. Sólo Garibaldi, acompañado de su mujer Anita, deciden resistir.



Goffredo Mameli era poeta, adjunto de Garibaldi.  Murió en el campo de batalla un 6 de julio a la edad de 21 años. Desde 1946 el himno de Italia es un poema suyo. Yo tomo nota bajo este desgarbado pinar, sobre esta cantidad indecente de pinaza, de todos estos datos geográficos y al acabar bebo agua y pienso – me extraño – de no haber leído nada de esto en las memorias de Alberti. ¿Desconocía Alberti esta parte tan importante de la historia de Italia? Seguro que no.
¿Era consciente de la importancia que el Trastevere tuvo en a defensa de Roma? ¿República, Poeta, Himno, exilio, no son demasiadas coincidencias con su propias historia y con la de España, como para no haber hecho ninguna alusión en sus memorias?. Me quedo con la duda y sigo caminando.

Roma, va benne, me rindo. Non posso piu. Vuelvo al hotel, por la sombra, bajo esta escalera interminable y vertiginosa hasta buscar el río.  Con la luz del ocaso volveré. Es Ferragosto, en el pomeriggio.

2 comentarios:

Caminante dijo...

Buscando información sobre el poeta mueto, de las filas de Garibaldi, con monumento funarario junto al suyo, llegué aquí.
Pondré, en mi crónic, un enlace a esta página.
Gracias: PAQUITA
NO SE PUBLICARÁ ANTES DE 2 MESES

Ventura Camacho dijo...

Muchas gracias por el comentario! Y por el enlace!

Agradecido


saludos